domingo, 12 de enero de 2014

El primero de muchos

Hoy se cumple un año desde que te conocí, y has hecho que mi vida cambiara completamente.
Llegaste cuando me encontraba absolutamente solo, y abocado a un destino incierto, pero de seguramente oscuro final. Conseguiste convertir el pozo de desesperación en el que estaba sumido en un halo de esperanza, fuiste la primera persona que me hizo sentir que, finalmente, alguien me comprendía completamente. Recuerdo con una amable nostalgia nuestras tardes juntos en 100 montaditos, nuestras innumerables risas haciéndonos los hipsters en Starbucks, las agradables tardes en el Retiro en las que lo único que nos hacía falta era un banco y la compañía del otro para sentir que volaban las horas. Me encanta de ti tu cercanía, que siempre estés preocupándote por la gente, tu solidaridad desinteresada. En definitiva, tu gran corazón. Aunque estés lejos, consigues que sienta que estás junto a mí, y me hace olvidar mis problemas y experimentar una sensación parecida a la felicidad.
Este solamente ha sido un año, nos quedan muchos por vivir, y quiero vivirlos contigo, porque por numerosos motivos, te puedo considerar mi mejor amiga.
Te quiero, Celia.




sábado, 4 de enero de 2014

Atocha

Sentimientos enfrentados. Por un lado, el de tener los labios de la persona que amas, por la que darías todo, la que marcó un antes y un después en tu vida, a escasos centímetros y unas inmensas ganas de besarlos. Por el otro, el que te hace mostrarte cortado, temeroso a hacer algo incorrecto que pueda conllevar perderla, con el consiguiente dolor.
Momentos después, la frustración se tornó felicidad, cuando ambos juntaron sus labios después de que él los hubo deseado durante más de un año. Más de un año de sufrimiento que repetiría encantado con tal de volver a probar ese dulce néctar capaz de revivir esperanzas pérdidas como la suya. Besos dulces y calmados, en contraste con su ansiedad, después de casi tres años, volvía a sentirse mínimamente correspondido, y ese hecho se reflejaba en su rostro. Ese rostro cansado de fingir constantemente una felicidad que no sentía recobró su color perdido con el paso del tiempo y las desilusiones pasadas.
Poco después, ambos se despidieron, en ese momento ella expresó un "quiero que estés bien", a lo que el asintió sin dudarlo. Pero al decir eso, se quedó corto, pues la amargura de tener que separarse de ella una vez más se vio contrarrestada por el más que grato recuerdo de aquella tarde en la estación de tren donde ese chaval desangelado volvió a sentir lo que era el amor.